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El General Villalba (Gobernador Militar)

No voy aquí a hacer un panegírico de D. Ricardo Villalba Rubio, general de brigada destinado en Cáceres como Gobernador Militar a principios del año 1952, sino simplemente quisiera recordarlo en la faceta que yo conocí de él y mi admiración por su intensa biografía militar.
A poco de su incorporación al Gobierno Militar, preguntó en su entorno, si sabían de alguien que jugara al tenis en Cáceres. La respuesta inmediata fue :”los Romero”. Entró en contacto con mi padre, a la sazón Interventor de fondos públicos de la Diputación Provincial y le propuso recogernos en nuestro domicilio para entablar una relación tenística que duró hasta que abandonó nuestra ciudad a finales de 1954.
Mutilado en Rusia por los efectos de una granada, no tenía el hombro izquierdo, por lo que se veía obligado a sacar lanzando hacia arriba la pelota, flexionando la muñeca al máximo. Jugaba descalzo y era hueso duro de roer. De gran físico, defendía cada pelota como si se tratara de una posición. Era de gran afabilidad y campechanería, tratando a sus soldados en manera familiar y próxima.
A nosotros nos recogía en su coche oficial, un Ford de ocho cilindros con banderín desplegado, que causaba sensación cada vez que paraba a la puerta del chalet donde vivíamos.
Como recogepelotas, mandaba a la Ciudad Deportiva a dos soldados, en ocasiones amigos nuestros que hacían la “mili” en el Gobierno Militar y a los que siempre nos daba apuro verles correr tras las pelotas. Se lo dijimos al General y éste nos respondió:
-“No os preocupéis, son “enchufados” y están contentísimos de venir”.
Solíamos ir con él, mi padre, mis dos hermanos mayores y yo, pero sucedía a veces que en ausencia de alguno de ellos, me metía yo en el dobles y disfrutaba de lo lindo en aquellas buenas pistas de tierra batida, que gracias al General, siempre estaban en perfecto orden.
En cierta ocasión, me cupo el honor de ser el único que le acompañara y a mis 16 años me sentí de lo más importante, sentado con él en el asiento trasero del Ford y jugando en individuales un partido que me ganó a sus 60 años de edad.
En aquellos tiempos, solo sabíamos de él, que había luchado en Rusia contra el bolchevismo y que había acompañado a Moscardó en el sitio del Alcázar de Toledo. Hoy y gracias a Internet sabemos quien fue nuestro amigo y compañero de tenis el General D. Ricardo Villalba Rubio y yo me siento muy orgulloso de haber estrechado su mano en múltiples ocasiones.
Mi padre aparece en el centro de la fotografía.   

Pablo Romero Montesino-Espartero

Lugar donde se tomó: Plaza de Santa María en alguna conmemoració
Año: Años 50
Autor:
Fuente:
Más información del General Villalba: http://es.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Villalba_Rubio

Categories:   Personajes

Comments

  • Posted: 29 diciembre, 2015 16:16

    María De Las Mercedes Guirado

    Era diplomático para llevar la bandera desplegada en el auto??' o es que antes era lo normal ????...
  • Posted: 29 diciembre, 2015 16:20

    Pablo Romero Montesino-Espartero

    El banderín de general de brigada iba enrollado y enfundado, pero cuando el general iba a bordo, el chofer lo desplegaba, siempre.
  • Posted: 29 diciembre, 2015 16:22

    María De Las Mercedes Guirado

    ahh yo pensaba que era la bandera de España !!!... por eso me extrañaba. Porque las banderas en los coches diplomáticos solo la pueden llevar los Embajadores.. lo que no sabía que en aquella época los generales llevaban bandera autodespeglada en el auto.
  • Posted: 29 diciembre, 2015 18:37

    Teófilo Amores Mendoza

    Magnífica descripción, Pedro.
  • Posted: 29 diciembre, 2015 19:19

    Alfonso Polo Haccart

    Gran aportación!
  • Posted: 29 diciembre, 2015 19:50

    Esperanza Cruz Fuentes

    Muy buen aporte Pablo !!
  • Posted: 29 diciembre, 2015 23:32

    Juan José Romero Montesino-Espartero

    Yo tenía entonces once o doce años y algunas de esas pelotas que siempre iban a esconderse en los lugares más recónditos, también yo las recogí, eso hizo germinar en mí la afición por ese deporte, aunque practicándolo fui un verdadero desastre.
  • Posted: 30 diciembre, 2015 09:55

    Pilar García De Pruneda Trevijano

    El banderín de general de brigada del coche del abuelo,era un cilindro, rígido,cuando íbamos a bordo, el chofer le quitaba la funda, de tela negra.El de general de división era una bandera cuadrangular.
  • Posted: 30 diciembre, 2015 10:46

    Pablo Romero Montesino-Espartero

    Lo del banderín ha traido cola, pero...¿ qué me decis de las condecoraciones?
  • Posted: 30 diciembre, 2015 11:53

    Pilar García De Pruneda Trevijano

    En casa del abuelo había un cajón lleno de condecoraciones, el olor a cardenillo era espantoso.Con noventaidos años, le hicieron un homenaje en la Pascua Militar, por ser el único oficial superviviente de la Guerra de Filipinas y Cuba, no pudieon ponerle el uniforme, sólo un fajín y algunas medallas en el traje de paisano.Aquello trajo cola, poque algunos periódicos se equivocaron, dijeron que era el último soldado y aparecieron unos cuantos diciendo que ellos también-.
  • Posted: 30 diciembre, 2015 12:16

    Pablo Romero Montesino-Espartero

    Pues estimada amiga Pilar, yo las tendría puestas en un cuadro y si tu abuelo estuvo en Baler, puedes sentirte muy, pero que muy orgullosa de él.
  • Posted: 30 diciembre, 2015 12:20

    Pilar García De Pruneda Trevijano

    Me siento muy orgullosa de él, pero supongo que las condecoraciones principales las tiene tío Salvador, ya sabes que en las familias hay alguien que se queda con todo;sólo hay una insignia de solapa,del cuerpo de Ingenieros, al que pertenecía.Sí conservo el bastón de mando de Federico Gastalvert, por el que le pusieron el nombre a mi padre, un militar barbudo que estaba retratado en el Alcázar de Toledo, y la foto del abuelo, Salvador García de Pruneda Arizón, estaba en el Museo del Ejército de Madrid, que no sé porqué han trasladado.
  • Posted: 30 diciembre, 2015 13:10

    Juan de la Cruz

    Otra humana historia por el Paseo de la Historia de Cáceres, querido Pablo, con mayúsculas. Y que adornas con todo tipo de detalles en una narrativa que engancha por su hondura y capacidad para trasladarnos a los escenarios. Con una fotografía histórica completas otro capítulo de esa historia de sabor cacereño y cacereñista, aunque yo prefiera decir CACEREÑEADOR. Y desde aquí, claro, animarte a que continúes esa senda de recuerdos con tantos nombres propios que contribuyen a revitalizar la dinámica histórica de la ciudad. ¡Cuánta falta hace, ay, que algunas "fuerzas vivas", y desde los más diversos estamentos, fueran recogiendo estas fotografías, estos textos y hasta estos comentarios --siempre tan enriquecedores-- en el pulso de Cáceres. Un gran abrazo.